¿CÓMO VIVIR EL MOMENTO PRESENTE?
En esta sociedad occidental en la que vivimos rodeados de tecnología y comodidades, en la que el minuto tiene un valor tan exagerado, hemos conseguido vivir bajo la tiranía del reloj, llenar nuestra agenda de exigencias y nuestra mente de un ruido mental continuo que nos impide vivir el momento más importante de nuestra vida, el Presente.
En este marco se abrió paso Mindfulness, al principio de la mano del psicólogo Jon Kabat-Zinn en la Clínica de la Universidad Massachusetts, como “paquete terapéutico” con una duración de 8 semanas para tratar ansiedad, estrés, depresión y para afrontar el impacto psicológico que conlleva aceptar un diagnóstico de enfermedades graves como el cáncer u otras asociadas a dolor crónico.
Desde esos comienzos ya han transcurrido casi dos décadas de práctica y se multiplican los estudios de investigación que nos muestran las evidencias terapéuticas, los cambios producidos en el cerebro y el potencial de esta técnica con aplicaciones en el campo de la psicología, la educación y en el ámbito laboral.
Ahora que, gracias a los medios de comunicación, las nuevas tecnologías y los profesionales que hemos apostado por incluirlo en nuestro día a día personal y clínico, se empieza a conocer, es frecuente que cuando lo recomiendo tanto para estudiantes como para pacientes me pidan una definición. Y considerando que Mindfulness es un término inglés, se ha aceptado como definición “Atención plena y consciente”.
Aunque el programa terapéutico creado por su autor, Jon Kabat-Zinn, incluyó elementos de la meditación oriental y del yoga, los componentes psicológicos, las prácticas informales responsables del cambio de vida cotidiana y la evidencia científica lo distancia de otras prácticas de meditación vagas y difusas.
Cuando conducimos nuestro coche y nuestra mente está en el examen del viernes, estamos siendo conducidos por el piloto automático. Como cuando estamos en casa y vamos a otra habitación y cuando llegamos no recordamos qué íbamos a buscar. Otro ejemplo frecuente, ¿alguna vez en la ducha tus pensamientos te han llevado tan lejos que ni recuerdas si te enjabonaste el pelo? Nuestra mente suele vagar por el pasado y el futuro.
En cambio, cuando nos preparamos para disfrutar de ese bombón, lo olemos, lo saboreamos y dejamos que se derrita en la boca, sin hacer más nada que eso, estamos siendo plenamente conscientes de lo que hacemos, pensamos y sentimos y por tanto estamos practicando Mindfulness. Como cuando nos estrechamos en un abrazo emotivo y consciente de cómo nos compartimos, de nuestras emociones y deseamos que ese momento sea eterno.
Por tanto podemos decir que Mindfulness conforma todo un estilo de vida. Es una elección para vivir en el modo Ser, frente al modo Hacer. Es una forma de ser conscientes y experimentar el presente aceptando la realidad tal cual es, con una actitud de apertura y sin juicios, aunque esa realidad a veces no sea como nos gustaría que fuese.
Nuestra mente tiende a deambular con un torrente de pensamientos. A ese estado tan habitual, Vicente Simón*¹, lo denomina “mente de mono o mente errante” porque nuestra mente, igual que un mono brinca de rama en rama, va “saltando” de tema en tema.
¿Cómo podemos aprender Mindfulness? Aunque en occidente estamos muy acostumbrados a aprender leyendo y estudiando, la atención plena y consciente es ante todo una experiencia, por lo que requiere práctica. “La atención es un músculo que se debe entrenar” afirma Daniel Goleman*². Cuando dejamos de rumiar sobre el pasado y de preocuparnos acerca del futuro, en lugar de activar continuamente los circuitos de la supervivencia, ponemos en marcha los circuitos de la felicidad.
Podemos realizar dos tipos de prácticas de Atención Plena: 1ª práctica formal, haciendo una parada en el día a día, de 5 a 20 minutos para meditar (dirigir nuestra atención de una forma consciente e intencional observando la respiración, al cuerpo o a las emociones entre otros objetos de práctica) y una 2ª práctica informal a lo largo de diferentes momentos del día. Así, os recomendamos practicar Mindfulness de manera muy sencilla al:
– RESPIRAR. De 3 a 5 veces al día lleva tu atención a cómo respiras, observa 5 respiraciones y te conectas con tu cuerpo.
– CAMINAR. Dirige tu atención al movimiento de cada pierna con cada paso, sé consciente de cómo acompañan tus brazos ese caminar, observando, sin controlar o juzgar.
– COMER. Presta atención a cómo te sientes desde que has elegido un alimento, a su olor, su aspecto y todas las sensaciones al masticar, disfrutando de la experiencia como si se hubiese parado el tiempo.
Y no podemos olvidar los numerosos beneficios de la práctica de la “Atención Plena” como la mejora de la concentración*³, reducción del estrés y la ansiedad y otros muchos que podéis consultar en la entrada de nuestro blog “Beneficios de Mindfulness”
Como podéis ver, la práctica de la atención plena tiene muchos beneficios. Para disfrutarlos solo es necesario mantener la disciplina y la motivación para incorporar ese entrenamiento en nuestro día a día sabiendo que eso nos acerca a la felicidad.
Puedes iniciarlo ahora o aplazarlo indefinidamente. Te lanzamos un reto: “Vive el presente y disfrútalo”. ¡Tú decides!
Amalia Ortega García
Psicóloga-Especialista en Mindfulness y Desarrollo Personal
*¹ Vicente Simón: Psicólogo de la Universidad de Valencia.
*² Daniel Goleman: Psicólogo, divulgador de la inteligencia Emocional.
*³ Israel Mañas: Psicólogo de la Universidad de Almería. Autor de la investigación sobre los efectos del entrenamiento en Mindfulness en estudiantes.