Atención Plena caminando

“La paz es cada paso” Thich Nhat Hanh

La primera propuesta con la que iniciamos las prácticas formales o meditación mindfulness en nuestros talleres es Atención Plena a la respiración sentados. Con mi experiencia en consulta clínica me doy cuenta que para algunas personas es francamente difícil permanecer sentados y con atención plena bien por la presencia de dolor, de miedos o agitación. Sin embargo, pueden caminar en convivencia con ellos. 

Meditar sentados, tumbados o caminando es la misma práctica: entrenar nuestra Atención para que se mantenga focalizada en la experiencia del instante presente, es ser conscientes de nuestra intención, de estar presentes en nuestro cuerpo, en cada paso. 

Podemos practicar Atención Plena caminando tanto en nuestra casa como en la naturaleza. En casa se presentarán menos distracciones. Solo necesitamos un espacio sin obstáculos, puede ser un pasillo, dos metros en nuestra propia habitación o recorreremos círculos alrededor de la mesa del salón. Y prestamos atención a cada paso, lentamente, sin prisas, podemos acompasar cada paso con una fase de la respiración. Inhalo y avanzo con el pie derecho, exhalo y avanzo con el pie izquierdo, y así sucesivamente. Y de vez en cuando nos preguntamos ¿dónde está mi mente? Si se enredó con pensamientos o se distrajo con algún sonido, volvemos a invitarla amablemente para que se pose en las sensaciones físicas de cada pie. 

Fácilmente nos hacemos conscientes de que somos capaces de caminar, que nuestros pies nos permiten vivir con plena autonomía de movimiento y nacerá un sentimiento de gratitud por ese privilegio que nos concede nuestro cuerpo. 

También he de reconocer que caminar en contacto con la naturaleza me produce un gran placer. Antes de que llegara a mi vida la Atención Plena, caminaba de una forma mecánica, con el piloto automático, con prisas por llegar. Ahora salgo a caminar al ritmo natural de mi cuerpo, por instantes poniendo Atención en cada paso, percibiendo la brisa en la cara, contemplando el inmenso cielo, haciendo alguna pausa para permitirme serenar la respiración. Cuando camino por el campo me doy cuenta de que estoy presente en mi cuerpo con muchos de esos pasos, observo las piedras y las ramas en el camino, me sorprende el sonido de alguna perdiz. 

Es un auténtico placer practicar la Atención Plena a orillas del Mediterráneo.    Mis sentidos se despiertan cuando inhalo ese olor a mar, siento en cada poro de la piel esa humedad, me descalzo y camino por la arena sintiendo las olas ir y venir sobre mis tobillos, como lo hace también el aire en la nariz. Siento cómo, con cada inhalación, se expande el vientre, el pecho y la consciencia. A veces este andar sobre la arena coincide con el amanecer, entonces me detengo para realizar varias respiraciones, asiento mis pies sobre la arena, siento la textura de la arena y los chinos más gruesos y contemplo esos instantes espectaculares en los que aparecen los rayos solares abriéndose paso entre algunas nubes. Mi mirada está ahí, focalizada en esa danza, mientras inhalo ese aire y esa luz; mi mente se detiene y solo observo y siento como me nutre esa experiencia de estar plenamente en ese instante, en ese maravilloso Ahora. 

A veces coincide con el atardecer, me detengo y contemplo tanta belleza en esa paleta de colores. Otras coinciden con la aparición sobre el mar de la luna llena: me detengo, inhalo, exhalo y miro ese rielar de la luna sobre el mar, un espectáculo único sintiendo mis pies firmemente enraizados en la Madre Tierra. 

Dirijo mi Atención a los pies y camino unos pasos. Cuando poso el pie derecho, le agradezco, cuando avanzo con el izquierdo le agradezco.

Miro y admiro el inmenso mar y experimento un momento de conexión con el Universo, de sentirme parte del todo, de la Unidad que somos. Me siento agradecida por cada paso, por cada instante.  

Y desde esta experiencia, te invito a vivir la tuya caminando, en presencia, paso a paso. 

Amalia Ortega García

Psicóloga Sanitaria y Especialista en Mindfulness y Desarrollo Personal