LOS OBSTÁCULOS EN LA PRÁCTICA DE MINDFULNESS

Hemos hablado en otros artículos de qué es Mindfulness, de sus beneficios y de cómo disfrutar plenamente el momento presente. En nuestra cultura occidental estamos muy acostumbrados a hacer, hacer y “hacer para”. 

Inconscientemente hacemos un balance mental de qué beneficios me reportará y qué esfuerzos o costes me supone. Y según resulte el balance de positivo así de fuerte será mi inclinación para arrancar y ponerme en marcha.

En los talleres de iniciación de Mindfulness veo con alegría cómo se acercan las personas con interés, curiosidad y hasta con determinación para aprender e incorporar la Atención Plena a sus vidas.

Muchas de ellas después de unos meses mantienen su práctica diaria y nos transmiten sus avances en este camino que compartimos. 

Otras me hacéis participe de que os gustaría seguir practicando como cuándo asistíais a los talleres, que posáis vuestra Atención en el olor del café, en contemplar el paisaje o en la caricia del agua bajo la ducha (lo que llamamos prácticas de la vida cotidiana o informales). Pero que sentarte de quince a treinta minutos (prácticas formales o meditación mindfulness) un día por una cosa y otro por otra se van pasando los días y no encontráis tiempo, no encontráis el momento.

Por eso vamos a hablar de los obstáculos para la práctica de la meditación mindfulness (formal):

1. No asignarle una hora fija al día. Esperando que espontáneamente encontraremos el momento, cuando sabemos que nuestros días están gobernados por unas agendas saturadas de actividades y compromisos.

2. La somnolencia. Dejarlo para última hora del día, después de cenar que se supone que estaremos tranquilos. Si desde primeras horas del día estamos realizando todas las actividades que requieren satisfacer las necesidades de nuestra familia, trabajo, etc., es natural que nuestro cuerpo y mente estén agotados y que durante la práctica nuestra actividad mental baje de alfa a theta, con lo que perdemos esa observación y apertura de la ventana de consciencia.

3. La idealización de la práctica. Recordemos que la práctica de la Atención Plena es una observación y aceptación de la realidad (respiración, cuerpo, pensamientos, sonidos…) instante tras instante aflojando juicios. ¿cómo será esa contemplación? Todos desearíamos que fuese agradable, relajada, cómoda y fácil. Es importante aceptar que aparecerán contenidos que serán muy agradables y otros no tanto. Entrenamos nuestra aceptación de la realidad tal y cómo es en este momento.

4. La creencia personal “yo no puedo dejar la mente en blanco”. Admiramos a los compañeros porque se mantienen el tiempo que han decidido con antelación meditando, relajados. Pero como nos damos cuenta que en nuestra mente aparecen pensamientos una y otra vez y distracciones, acabamos concluyendo que mi mente es más difícil o que es imposible. 

El relato vital o diálogo mental que nos acompaña al principio de iniciarnos en la meditación Mindfulness la mayor parte del día, es un denominador común a todas las personas. Nuestra intención está en traer una y otra vez la Atención al momento presente ya sea posándola sobre la respiración, sobre las sensaciones del cuerpo, sobre los sonidos o el objeto de contemplación elegido.

5.Las resistencias. Una vez sentadas/os, practicando con la firme intención de mantener la Atención focalizada, pueden aparecer picores (en la pierna, el cuero cabelludo...), dolor (en un punto concreto, en la espalda...) o incomodidades que nuestra mente aprovecha para justificar que “no puedo” y me evado o escapo de la situación con la consiguiente interrupción de la práctica de la meditación Mindfulness.

 Con el fin de mantener la práctica (formal) de meditación mindfulness comparto algunas recomendaciones que a mí me sirvieron cuando me inicie hace años. Me gusta llamarles apoyos o facilitadores de la práctica de meditación mindfulness:

1. Motivación. Elaborar nuestra propia redacción de porqué queremos incorporar la Atención Plena o mindfulness en nuestro día a día. Es un tiempo para conectar tu cuerpo, mente y corazón momento a momento, para Ser. 

2. Decidir una hora fija del día. Definiendo un compromiso firme de dedicarte un tiempo para cuidarte. Te recomiendo que sea por la mañana temprano antes de que tu atención se vea acaparada por los quehaceres cotidianos. Además es todo un regalo, vivir el resto del día con esa claridad mental.

3. La postura. Cuando nos sentamos con la espalda recta, erguida y una firme intención, el propio cuerpo expresa ese compromiso. 

4. El grupo de prácticas. Cuando practicamos, estamos conectados/as. Nos damos cuenta de la existencia de muchas personas comprometidas con la práctica de la Atención y con la vida consciente. Estamos conectados con una presencia silenciosa, la gran familia de todos los que compartimos una misma pasión por el despertar y la paz.

Espero que esta reflexión desde mi experiencia y de todo corazón te haga más fácil cada uno de tus pasos. 

Amalia Ortega García

Psicóloga, pedagoga, especialista en Mindfulness y desarrollo personal